HOMILÍA DE MONS. OSCAR OJEA EN LA MISA CRISMAL
28 de marzo de 2013
Acabamos de escuchar la primera homilía de Jesús en la
Sinagoga de Nazarth, el pueblo en el que se había criado. Elije un texto
programático. En él se expresa su vida y su misión. El Espíritu lo toma
totalmente consagrándolo para llevar adelante estos hechos: evangelizar,
liberar, hacer ver, etc…
Después de leer el texto con serena solemnidad, pronuncia
una homilía muy corta: “hoy se ha cumplido este pasaje de la escritura que
acaban de oir” (Lc 4,21). Jesús llena de sentido el texto que ha leído.
El ambiente queda envuelto en un profundo silencio que se traduce en las
miradas: “todos tenían los ojos fijos en Él” (Lc 4, 20)
Su palabra inquieta e interpela. Es provocadora y
desinstala. Aparece despojada de toda espectacularidad, que seguramente su
auditorio esperaba. En los que lo escuchaban produce una mezcla de sentimientos
y de emociones que van de la admiración a la duda, del estupor a la tensión y
finalmente a la violencia.
Nosotros tal vez hemos pasado por todas estas situaciones y
reacciones del pueblo que lo conocía de chico.
Podemos habernos sentido tiernamente seducidos por su
persona en algún tiempo, pero luego insatisfechos al atravesar momentos de
soledad, de abandono o de incomprensión, tal vez nos hayamos enojado
secretamente con Él, sin expresarlo del todo y han aparecido la duda y la
desconfianza.
La mirada de nuestra Fe es tan pobre! Siempre tiene en
el fondo el rescoldo de la incredulidad. Podemos decir que coexiste con
ella. La violencia tampoco nos es ajena y se manifiesta de diversos
modos: gestos rígidos para con los demás; nuestro modo de hablarles; silencios
tensos; un malhumor persistente…
Es necesario volver a conectarnos con nuestra Fe: allí se
encuentran las raíces de nuestra identidad, nuestro verdadero nombre. Esta Fe
nos ha sellado en el Bautismo para poder fijar nuevamente nuestra mirada en Él.
Para esto tenemos que dejarnos ungir por Jesús. Él ha querido participar, con
cada uno de nosotros, la unción que ha recibido del Espíritu.
Los óleos expresan el modo de penetración del Amor de Dios
que nos impregna, nos consagra para compartir su vida y su misión.
El primer paso para recibir esta unción es vaciarnos de
nosotros mismos para que el Espíritu todo lo invada en nuestro corazón.
El segundo paso es entregarlo todo. ¿Cómo se evangeliza a
los pobres? Siendo pobre. En el Evangelio “pobre” es el que lo da todo como
Jesús, como María. No es tanto ni es sólo el que no posee, sino el que es capaz
de darlo todo.
Somos ungidos para ungir. Por eso celebramos en esta
Eucaristía nuestra consagración bautismal que es esencialmente misionera. Somos
ungidos para ungir, para salir de nosotros mismos y entregar lo recibido.
El sacerdote, que actúa en nombre de Cristo, cabeza de la
Iglesia, tiene como don propio discernir los carismas en la comunidad de los
hermanos para que cada uno pueda dar todo para el servicio de los demás. Es el
animador por excelencia de la misión. Está ordenado al Pueblo para servirlo
lavándole los pies y ayudarlo a descubrir el propio valor para ungir a los
hermanos.
Encomendamos a cada sacerdote en su día, pensando
especialmente en aquellos hermanos mayores en la fe, que como una nube de
testigos nos han impulsado “a fijar la mirada en Jesús, iniciador y consumador
de nuestra Fe” (Heb 12,2)
Queridos hermanos sacerdotes:
Jesús quiere tener hoy a cada uno de nosotros mas cerca de
su corazón para volver a decirle que lo quiere singularmente; que lo ama hasta
el fin, entrañablemente; hasta el extremo, como proclamaremos esta tarde en el
Evangelio de la Misa de la cena, antes de lavar los pies de los hermanos.
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MENSAJE DEL OBISPO DE SAN ISIDRO, MONSEÑOR OSCAR OJEA,
con motivo del anuncio de la renuncia del Santo Padre, Benedicto XVI
¡Tenemos que celebrar como Iglesia, tener un Papa tan humano! En un gesto natural, humano, lleno de normalidad, el Santo Padre reconoce su debilidad. Acepta que está cansado y le dice al Pueblo de Dios voy a dedicarme a aquello que puedo, a la plegaria y a la oración.
¡Como enaltece a la persona reconocer la debilidad! El Papa expresa que sus fuerzas no le alcanzan. Es propio de la humildad reconocer la fragilidad como El lo hace.
+ Monseñor Oscar Ojea
Obispo de San Isidro.
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MENSAJE DE MONSEÑOR OJEA
PARA LA
COLECTA DE ADVIENTO DE CARITAS SAN ISIDRO
Después de haber recorrido varias
veces nuestras obras de caritas, de haber recorrido apoyos escolares, de haber
recorrido comedores, merenderos, jardines maternales, he visto lo impresionante
que es nuestra tarea de servicio en esta zona del norte de gran Buen Aires,
Tigre, San Isidro, San Fernando, Vicente López, y he podido comprobar como
estamos sirviendo especialmente en los lugares de mayor marginalidad, en donde
los jóvenes y los niños necesitan estar contenidos.
Este año hemos tenido inestabilidades importantes en los subsidios que
recibimos del gobierno de la provincia. Nosotros tenemos convenios anuales con
el Ministerio de Desarrollo Social y tenemos que pensar que los que trabajan en
estos centros que son alrededor de 800 personas, cobran salarios, necesitan
llevar a casa el pan de cada día y al mismo tiempo necesitamos ese beneficio
inmediato que reciben nuestros chicos cuando se sienten cobijados y contenidos
en un lugar donde realizan sus tareas; crecen en la capacidad expresiva, se
trabaja mucho a través del arte, a través de los repasos de los deberes
escolares ya que estos centros son a contra turno e los horarios escolares y
son tan importantes cuando mamá y papá no están en casa y es necesario contener
a nuestros chicos.
Hemos decidido ya hace unos meses
hacer en la diócesis un Fondo de Ayuda Solidaria que llamamos FAS. Por ese
motivo al comenzar este tiempo tan particular del adviento como todos los años
hacemos la colecta de adviento preparando el corazón para un compromiso con
nuestro Dios encarnado con el Niño Dios que quiere caminar con nosotros que
quiere ensuciarse los pies con nosotros.
Para prepararnos parala Nochebuena
hacemos todos los años la colecta de adviento y el 50% la destinamos a
distintas finalidades, este año yo les quería pedir que ese 50% sea destinado a
nuestras obras de Caritas para poder auxiliar a nuestros centros que se
encuentran en dificultades dado que creemos que prestamos un servicio a la
misma carne de dios para ponerlo en los pies del Niño Dios haciendo que nuestra
fe opere en la caridad como nos enseña San Pablo.
Para prepararnos para
Que Dios los bendiga a todos y que
podamos crecer en la comunión y en la creatividad que es lo que yo les había
pedido en la carta. Y este es un modo concreto de crecer, tanto en la comunión
como en la creatividad, unos nos vamos ayudando a otros y vamos pensando el
mejor modo de caminar juntos.
Que Dios los bendiga
† Mons. Oscar Ojea
Obispo de San Isidro
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CARTA DEL OBISPO MONSEÑOR OSCAR
OJEA
El 11 de octubre comienza el año
de la fe. Nosotros lo vamos a iniciar con una Misa en nuestra Catedral
diocesana, la Catedral de San Isidro, el domingo 14 a las 19 horas.
El Papa ha tenido una gran
intuición al querer establecer este Año de la Fe.
Muchas veces pensamos que la fe
es una opinión o una convicción, una manera de pensar, de ver las cosas. A
veces pensamos que la fe es un sentimiento, como una visión del mundo.
El catecismo de la iglesia
católica, del cual se cumplen 20 años, nos dice primero, cuando divide las
partes del catecismo, el contenido de la fe y entonces comenta el Credo. La fe
tiene un contenido. Pero luego el catecismo nos dice que la fe se celebra,
quiere decir que la fe se extiende a lo largo de la vida a través de gestos que
van a hacer historia a lo largo de la vida de las personas. Si la fe atraviesa
la vida celebrándola, el cristiano necesita celebrar la fe.
Luego, el catecismo, nos va a
decir la fe se vive, la fe no solo es una convicción o una opinión sino que se
despliega en un modo de vida y si es coherente vive según el Evangelio de
Jesús, si no, no es fe verdadera. Por
eso los católicos decimos, la fe opera por la caridad, la fe obra por la
caridad, se extiende, se expresa en el amor, se expresa en la caridad, si no,
no hay fe.
El catecismo de la iglesia
católica dice también, la fe se reza, la fe se ora, entonces va a comentar el
Padrenuestro que es la oración del cristiano. Qué bueno volver a ese catecismo
de hace 20 años, catecismo de la iglesia
católica, que fue trabajado con un enorme esfuerzo por muchos obispos de todo
el mundo, entre los cuales estuvo Monseñor Karlic, en ese entonces presidente
de la Conferencia Episcopal nuestra y Arzobispo de Paraná.
La fe no es algo que está en la
cabeza, ni es una opinión ni es una manera de ver, sino que la fe se celebra,
se comparte. La fe necesita hacerse vida en una historia concreta, de allí los
sacramentos que son gestos y signos que celebran la fe.
Cómo en ese texto ya la iglesia
nos va perfilando de qué se trata cuando hablamos de fe.
La fe además se vive, se lleva a
la vida, si no, no es fe, la coherencia de la fe.
Cuando partía Juan Pablo II
nosotros pensábamos qué hombre que vivió con coherencia la fe. La
característica más llamativa de Juan Pablo que nos dejó, hoy beato, en la
iglesia, es esta “qué hombre coherente”. Lo que creía lo vivía, lo practicaba,
lo demostraba. Esta es la fe. La fe que es coherente con un modo de vida.
Finalmente, la oración, la fe se
reza. En el Evangelio se ve cómo la fe se pide. “creo Señor, ayuda a mi poca
fe” “Señor auméntanos la fe”. La fe, como los pobres que saben lo que es don,
que es regalo de Dios, se pide, no se tiene como un galardón, no se luce como
un éxito o como un triunfo, sino que la fe se vive como una gracia, como un don
y se despliega para ponerse al servicio a los hermanos y para compartirse. De
este compartir la fe hablaremos en otro momento del desarrollo de este año de
la fe, que es una intuición pastoral muy importante del Papa Benedicto y que
atraviesa el modo transversal, todas las acciones pastorales que vamos a hacer
en este tiempo.
Muchas gracias y que Dios los
bendiga
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San Isidro, agosto de 2012
A todos los miembros de
las comunidades:
Me acerco a ustedes en
esta oportunidad, para compartir con todos, la importancia de la obra que con tanto
esfuerzo y fruto venimos desarrollando para acompañar las necesidades de nuestros
hermanos, y las preocupaciones y desafíos que se presentan en este tiempo
diocesano.
Nuestra diócesis, que con
su gran extensión abarca los partidos de Tigre, San Fernando San Isidro y
Vicente López, desarrolla diversos emprendimientos de fuerte compromiso con la
comunidad, para que especialmente quienes están en situación de vulnerabilidad
social, puedan acceder a la educación, la alimentación y el trabajo. En el
plano educativo, hemos realizado también, un gran esfuerzo para responder al
derecho de los padres de poder elegir la educación de sus hijos.
Hoy, la dimensión que
adquiere esta obra es muy grande. A modo de ejemplo, alrededor de 50.000 chicos
y adolescentes reciben cotidianamente contención y educación en los distintos
espacios (1).
Para el sostenimiento y
crecimiento de las obras, se han realizado a lo largo de los años, distintos convenios
con el estado provincial, y en algunos casos con el estado nacional y los
municipios. De este modo, la casi totalidad de estos aportes están destinados a
garantizar los derechos de las personas y no al sostenimiento del culto.
En este contexto, la
inestabilidad y atrasos del estado provincial en todo lo relativo a aportes y cumplimiento
de los convenios impactan seriamente en la sustentabilidad de las obras. Somos
conscientes de las dificultades económicas que atraviesa la provincia de Buenos
Aires pero queremos afirmar que esta situación afecta los derechos de las
familias y de los trabajadores (2).
Este momento de dificultad
lo estamos enfrentando con esperanza buscando nuevas alternativas que nos
permitan continuar con las acciones emprendidas. Por eso invitamos a toda la
Diócesis a vivir un tiempo de creatividad, comunión y confianza: Creatividad para dar respuesta a los distintos problemas, Comunión para la ayuda fraterna e involucrarnos en las
soluciones y Confianza en que El Señor con su providencia siempre nos
acompaña y en los momentos de dificultad es cuando más lo descubrimos: “Yo
estaré siempre con ustedes”.
No quiero dejar de
agradecer a tantas personas e instituciones que aportan su tiempo en las
distintas formas del voluntariado, y a aquellos que colaboran económicamente;
también a quienes trabajan en cada espacio diocesano haciendo posible pese a
las dificultades, que el gesto de Jesús, presente, siga siendo signo de
esperanza.
Poniendo bajo el manto de
María, nuestra Madre, todas estas inquietudes e iniciativas, les hago llegar mi
fraterna bendición.
Mons. Oscar Ojea
1) 56 colegios diocesanos. // 69 Cáritas
parroquiales: que llevan adelante 171
servicios y actividades:
39 apoyos
escolares, 31 jardines
maternales y de infantes, 18 sedes de formación laboral, 9
grupos de trabajo con discapacidad, 12 grupos de mayores, 7 comedores, 6
grupos de fortalecimiento familiar, 16 centros para adolescentes, 2
hogares para niños, 5 centros de asistencia a personas sin techo, 7 oficinas de empleo, 16 bancos de medicamentos, 1 banco de ortopedia, 1 hogar para mujeres en riesgo, 1 centro de día para mayores.
2) En las
distintas obras de la diócesis de San Isidro están empleadas 5.087 personas.